jueves, 16 de enero de 2014

Mi experiencia


Cuando nacemos todos tenemos hobbies, desde jugar con muñecos y coches de juguete hasta hacer deporte, colecciones etc, pero en mi caso no fue así. Cuando tenía siete años mi madre me apunto a clases para aprender a bailar sevillanas y a raíz de ahí cuando fui creciendo me di cuenta que lo que me gustaba realmente era bailar flamenco. Para mí no fue un simple hobby, sino que llegó a ser como una forma de vida, ya que me encantaba pasar mi tiempo libre aprendiendo nuevos pasos y nuevas coreografías.

Hubo un par de años que dejé de ir para realizar otros tipos de deporte como el baloncesto, pero hace dos años decidí empezar otra vez a bailar. Actualmente ir a clases de baile es un sacrificio para mí, ya que los jóvenes de mi edad estamos en un curso muy difícil y solo tenemos tiempo de estudiar, pero veo que el esfuerzo de llevar las dos cosas hacia adelante luego tiene su recompensa.


No se puede expresar lo que se siente cuando una se dirige hacia un tablao y se expone delante de tanta gente. En ese momento cuando todo el mundo te observa y los nervios te comen, se te pasan miles de preguntas por la cabeza como, ¿lo haré bien?, ¿fallaré? Y ahí es cuando se escucha el último golpe de tacón junto con la guitarra y terminas tu actuación feliz, gracias al esfuerzo después de tantos meses y tantas horas de trabajo.


El flamenco es sentimiento, es actitud, es una manera de ser, es arte, es un tipo de baile que me gustaría estar practicando toda la vida, pero me voy haciendo mayor y por motivos de estudio no podré seguir. Será una cosa que eche de menos porque me ayudaba a despejarme y a sacar lo mejor de mí.

Aquí os dejo un blog relacionado con este tipo de baile.

Sentir el flamenco

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